Texto: Claudia Gonzales Yaksic
Foto: www.contrainjerencia.com
Evo. A Juan Evo Morales Ayma le guardo un cariño muy especial porque lo conocí en un momento muy importante de mi vida, cuando comencé mis primeras armas serias como periodista del día-a-día en Los Tiempos. Esto ocurrió hace dieciséis años y todo él -- máximo líder de las entonces cinco federaciones de productores de hoja de coca del Chapare cochabambino-- me parecía (y aún me parece) verdadero, humilde, noble y de buen corazón: una mala combinación en un mundo donde priman la mentira, la codicia y la ostentación.
Por ese cariño voté por él en las históricas elecciones de 2005, a sabiendas de que mi Madre se revolcaría en su tumba, y por ese mismo cariño traté en todos estos años de su gobierno de alejarme lo más posible de los medios masivos y de no hablar mal de mi Presidente, porque dicen que calladita me veo más bonita.
Y también por ese mismo cariño que le sigo teniendo es que ahora –después de años de autocensura—vuelvo a escribir para salir en defensa de mi héroe de antaño, a quien el miércoles he visto solo y decepcionado de la vida en su recorrido en helicóptero por el Tipni´s; y no es para menos porque su anhelado proceso de cambio parece revertirse y todo por la negligencia de buena parte de sus colaboradores.
Iván. Con Iván Canelas, en cambio, mi relación casi nunca fue amable salvo unas pocas oportunidades en las que coincidimos brevemente como “colegas”. Pero cuando era mi maestro en la Universidad siempre me resistí a su falta de objetividad, al extremo de haber sido expulsada de su clase en por lo menos dos oportunidades a la orden de: “¡Gonzales fuera! ¡Vaya a lavarse la cara!”. En cierta medida fue un suceso académico traumático porque me sentaba siempre al último y tenía que atravesar con mi cara sucia todo el mar de compañeros que estaban más compungidos que yo por la bochornosa situación. En fin. El precio de no tener pelos en la lengua.
Tipni´s. Cuando me enteré que se iniciaba una protesta indígena por la construcción de una “moderna” carretera que atravesaría una reserva forestal tropical me llamó mucho la atención el interés del Brasil en esa ruta para agilizar su imparable economía. De ahí me fui más allá y pensé en la China, su principal mercado, y concluí tristemente que esa carretera terminaría construyéndose sin que medien argumentos tan poco convincentes para los negocios como lo son los derechos indígenas, la ecología y el moralismo antidrogas.
Pero cuando el conflicto del Tipni´s comenzó a hacerse grande mi indignación también creció porque a sabiendas de todo, el Ministerio de Comunicación se limitó a difundir una sola vez una tímida nota sobre las bondades de la carretera y no bombardeó con información positiva a los medios ni al propio canal del estado. Tampoco se preocupó de organizar una contra marcha o alentar un comité de defensa y de última ni se le ocurrió minimizar ni acallar toda la negatividad pública que se generó en torno. Todo apareció demasiado tarde.
Con una buena planificación, el Canciller no habría pasado tan mal momento, los indígenas no hubieran sido reprimidos y tal vez ni habrían marchado a La Paz; Sacha Llorenti seguiría con su cargo y Evo Morales gozaría de aprobación.
Aunque claro, sin esta mala gestión del Ministerio de Comunicaciones no habrían salido a la luz los eternos pormenores del poder: los intereses económicos personales, los sobre precios, las malas obras y el clásico dominio del más fuerte sobre el más débil. (Este artículo originalmente fue publicado en Los Tiempos, el 22 de noviembre de 2011) http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20111122/evo-ivan-y-el-tipnis_150343_311990.html