sábado, 17 de octubre de 2009

UN EX ADICTO A LA COCAÍNA


UN EX ADICTO
A LA COCAÍNA



Texto: Claudia Gonzales Yaksic
Foto: Tomada de Internet

Eduardo Salas es el nombre ficticio de un cochabambino que ahora tiene casi 50 años, es profesional, tiene familia, mujer e hijos y su tiempo libre lo dedica a ayudar a otros adictos, pero por lo menos durante 20 años de su vida decía de él mismo que era "alcohólico, drogadicto, fármaco dependiente, clefero, toxicómano, pastillero. Le hacia a todos las drogas". Esta es su historia de transformación.
"Yo comencé a consumir drogas a los 12 a 13 años. El alcohol, la droga social y potencialmente reconocida y la que más destruye los hogares, todo el mundo la conoce, yo la conocí a esa edad. El 93, después de haber dado vueltas por centros, instituciones, psiquiatras, psicólogos, mi vida era un infierno y gracias a un operativo que hizo la FELCN en mi casa –a pedido de mis hermanos—estuve detenido en depósito en una celda durante 27 días, pero los primeros siete días fueron un tormento. No podía consumir, quería y era una ansiedad, una desesperación, raspaba huesos, comía sal y me sentía miserable, escoria. Al séptimo día admití que no podía, que quería vivir y le dije a un poder superior: ‘Quién quiera que seas Tú, hazlo, yo no puedo’, dije esto porque soy católico de nacimiento, me bauticé mormón, testigo de Jehová, presbiterano, estuve metido con todas las religiones en busca de una ayuda y no la encontré. Pero desde aquella vez empecé a sentir un alivio bellísimo. Dejé de luchar y mi vida empezó a cambiar, y cuando salí de aquella celda salí desesperado en busca de grupos de autoayuda. Recuerdo esas tantas veces que estaba en la cárcel, en mi casa o bajo un puente desesperado y juraba no volver a hacerlo y no pasaban cinco minutos y me veía otra vez consumiendo, me olvidaba del infierno que pasé. Eso era una locura: volver a repetir las mismas conductas esperando resultados diferentes, volver a meter la mano al fuego sabiendo que me iba a quemar. Esa es la adicción, una enfermedad muy triste y complicada. Vamos al médico y nos da una droga para tranquilizarnos y la adicción sigue. Mi problema es mental y espiritual, pero la recuperación exclusivamente es de naturaleza espiritual. Tenía 33 años, pero sólo ocho de madurez espiritual".