jueves, 23 de abril de 2009

LITERATURA


Drácula en el Lago Titicaca




Hoy 23 de Abril, Día Internacional del Libro, ofrecemos a nuestros lectores un pequeño extracto de la novela Drácula, publicada en 1897 y escrita por Bram Stoker, un importante empresario teatral irlandés que se dedicó a estudiar, investigar y escribir sobre temas que le fascinaban: lo extraño y lo raro, lo esotérico y lo desconocido. Integró la Orden Hermética del Alba de Oro, una sociedad secreta en la que también participaban los escritores Stevenson, Yeats, Conan Doyle y Rider Haggard.



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Carta de Quincey P. Morris al honorable Arthur Holmwood

25 de mayo
Mi querido Arthur:
Nos hemos contado nuestras cosas, sentados sobre el pasto junto al fuego del campamento; nos hemos curado mutuamente las heridas después de un aterrizaje en las Marquesas, y hemos brindado a la orilla del Titicaca. Hay más cosas que decir, más heridas que sanar y más brindis que hacer. ¿No querrías compartir este momento con nosotros aquí en mi campamento mañana por la noche? No he dudado en preguntártelo porque sé que cierta dama se ha comprometido para ir a una cena mañana y que tú estás libre. Sólo habrá alguien más, nuestro viejo compañero del Corea, Jhon Seward. El también viene. Ambos queremos ahogar nuestras lágrimas sobre una copa de vino y beber a la salud del hombre más feliz del mundo, que ha conquistado el corazón más noble que Dios ha concebido y que más merece la pena conquistar. Te prometemos una cálida bienvenida, una felicitación cariñosa y un brindis muy a tono con la ocasión. Ambos juramos dejarte en casa si bebes demasiado a la salud de cierto par de ojos. ¡te esperamos!

Sinceramente, Quincey P. Morris.

viernes, 3 de abril de 2009

LITERATURA


Homero Carvalho:


"La literatura me ha salvado del suicidio"



Texto: Claudia Gonzales Yaksic

Foto: Archivo del escritor




Cuando se le pregunta ¿qué factores influyeron en su vida para que se convierta en escritor?, Homero Carvalho Oliva asegura que fueron su nombre y su tartamudez. “Mi padre, el escritor Antonio Carvalho Urey, me bautizó con ese nombre en homenaje al autor de La Iliada y de alguna manera me predispuso. No es fácil ir por el mundo con un nombre que posee una carga literaria tan grande. Sobre mi tartamudez, cuando yo era niño no podía contar los cuentos que otros contaban y me prometí a mí mismo que algún día los iba a escribir y así fue”.
De su infancia dice que recuerda muy poco. “Mis recuerdos son de un pueblito hermoso (Santa Ana de Yacuma, Beni) a la orilla de un río. Me gusta acordarme de mi pueblo como si fuera una mujer amada que me espera”. . Me gusta acordarme de mi pueblo como si fuera una mujer amada que me espera”.
También dice que tuvo una infancia feliz. “Mis padres se separaron y cada uno rehizo su vida. Mi madre se casó con un militar de ejército y allá por el año 1961, cuando yo tenía cuatro años, me fui a vivir con ella y mis hermanas a la ciudad de La Paz. Llegamos en un avión de los que transportaban carne, unos vejestorios de la segunda guerra mundial que para nosotros eran un prodigio de la tecnología. Nunca jamás he podido ni podré olvidar la sensación de asombro y sobrecogimiento que significó mirar la montaña helada que se repite tres veces en su grandeza y la importancia de su imponente presencia durante mi vida. El paisaje agreste del Altiplano y el aire frío de la puna se quedarían para siempre en mi corazón, no como la imagen de la desolación sino como la sensación de pisar un territorio mágico que albergaría mi pequeña humanidad. En un par de años me convertí en uno de los pocos cambas que amaba la ciudad del Illimani”.
Y a la pregunta ¿quién lo impulsó a escribir? Homero Carvalho responde: “Cuando leía García Márquez me di cuenta que él describía la misma realidad que la de mi pueblo. Peces que llovían del cielo, niñas que se iban volando en sábanas, niños que nacían con cola de cerdo. Las descripciones geográficas y climáticas eran similares, en mi pueblo también llovía diez días seguidos y esas cosas del realismo mágico”.
Según cuenta Homero, comenzó a hacer literatura seriamente a partir de 1976, al año siguiente de salir bachiller del Colegio Don Bosco de La Paz. “La mayoría de los cuentos y relatos que escribí a partir de ese año se encuentran recogidos en un libro titulado ‘Biografía de un otoño’. Hay cuentos ubicados geográficamente en el Amazonas y en la ciudad de La Paz. Existe en ellos una marcada tendencia ideológica, influenciados por el compromiso político de los años setenta. La llamada literatura comprometida contra las dictaduras. Creo que escribí algunos textos buenos y otros malos. En fin mis lectores lo dirán”.
Después llegó el año 1980 y tuvo que abandonar Bolivia sin terminar su carrera de Sociología. “Era el año de la dictadura de Luis García Meza –cuenta Homero-- y salí en calidad de refugiado político a estudiar a México DF. Creo que en esta ciudad decidí ser escritor, allí pasé algunos talleres de literatura y conocí a escritores famosos como Juan Rulfo. En México gané el Premio Latinoamericano de Cuento con ‘Joñiqui’, que creo es uno de mis mejores trabajos”.
Sobre sus influencias literarias, dice que la mayor fue la de su “propio padre que era escritor, historiador y periodista. Me encantaba leerlo, era un gran poeta. Creo que las otras influencias fueron Borges, Cortázar y Rulfo. La verdad es que le debo a tantos que ya no recuerdo muy bien quién me gusta más. Creo que cuando las influencias literarias son muchas es porque uno ya encontró su camino después de transitar por el de otros. Para mí la literatura me ha salvado del suicidio”.
En agosto de 2008, se supo que Homero Carvalho Oliva había ganado por segunda vez el premio Nacional de Novela con su obra “La maquinaria de los secretos”, novela que ya está a la venta y de la cual el crítico argentino Claudio Tygier, escribió a Homero diciéndole: “Creo que por el tema no te habrás granjeado muchas simpatías, algo que sin dudas configura la narración como un texto osado, de gran coraje, como pocos, una denuncia total. Al margen de ello, no recuerdo un relato que aborde con tanta crudeza las relaciones del poder de Estado con lo que podría denominarse como ‘corpus mysticum politicum’. Como dijo alguien una vez, la ficción no es fantasía, pues ella juega allí donde obra la verdad: ‘Fictio Figura Veritatis’ (santo Tomás de Aquino). Esto dará mucho que hablar y que pensar”.
Además del premio en México, Carvalho ha obtenido dos veces el premio “Raúl Otero Reiche” la primera con el cuento “En septiembre los derrotaremos” y la segunda con “La creación”, que considera sus mejores narraciones. “Les tengo mucho cariño por lo que representan para mí”, dice.

jueves, 2 de abril de 2009

PERFILES


ANTONIA SANDEZ NEGRINI:


“Me gusta toda Bolivia”



Texto: Claudia Gonzales Yaksic
Foto: Alianza Francesa Santa Cruz



Después de trabajar por cuatro años como directora de la Alianza Francesa en Santiago de los Caballeros (República Dominicana), Antonia Sandez Negrini llegó a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en septiembre de 2004 para ocupar el mismo cargo. Desde entonces hasta julio de 2008, trabajó con impresionante entusiasmo, apoyando todas las actividades culturales valiosas.
Toda su notable labor profesional, entre la que destaca en Bolivia la promoción de la revitalización del patrimonio histórico cruceño, que la encabezó junto a Jutta Weber (directora del Goethe Zentrum), le valió recibir en abril de 2008 (foto) la condecoración de las Palmas Académicas, una importante distinción que concede el Gobierno de Francia a las personas que trabajan en el campo cultural.
En agosto del año pasado volvió a su país para que sus dos hijos conozcan un poco el sistema francés y –lo más importante-- para nutrirse de su cultura porque, de lo contrario, su trabajo sería puro cliché, como ella misma dice.
Antonia Sandez nació en Lorena. Su madre de Andalucía y su padre de Extremadura, llegaron por separado a Francia en los años 60 para trabajar. “Tuve la suerte de nacer en Francia porque te da la posibilidad de estudiar aunque tengas bajos recursos”. Con esa posibilidad, luego del bachillerato sacó una maestría de Español en la Sorbona. Su vida laboral comenzó como encargada de la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Nancy y su vida docente en el colegio Mèziéres. Siguió en Estambul (Turquía) en el Instituto Francés, donde conoció a su esposo. Luego, ambos se fueron a Holanda, donde siguió como profesora del Instituto Francés de Ámsterdam e hizo una maestría a distancia en Francés como Lengua Extranjera en la Rouen. De vuelta en Francia trabajó durante cinco años dando clases de literatura francesa y de letras modernas.
Uno de sus mayores vicios –como ella dice-- es la lectura y sus autores favoritos dependen del momento, de porqué lee, si es para relajarse o para aprender. Pero le encantan los sudamericanos Vargas Llosa, García Márquez y Jorge Amado. De la literatura francesa le gustan los clásicos como Montaigne, Zola y los contemporáneos como Aragon, Prevert, Camus, Sartre. Pero la literatura francesa del Nouveau Roman le aburre un poco porque es muy fría.
Otro de sus vicios es bailar: tango, salsa, merengue, contemporáneo. No le gusta mucho el ballet y en Bolivia le hubiera gustado aprender chacarera. “No me da vergüenza, me gusta bailar. Cualquier expresión me encanta... Nunca hubiera podido actuar pero me encanta ir al teatro. Cuando voy a París es lo que más que me gusta hacer. No me canso”.
También le gusta el cine italiano de los años ´60 y de la música todo, menos el rock metálico y heavy. Como le gusta viajar, de Europa conoce casi todo, África un poco, de Sud América: Colombia, Perú y Argentina. Asia le falta y de Estados Unidos le gustaría estar por Nueva York. “Quiero seguir viajando. Quiero conocer el sur de Italia, el mediterráneo y me gusta la cultura del África del Norte”. Le gustaría estar en Marruecos, Túnez y Argelia, “pero el problema de la religión, para las mujeres a veces es difícil y eso impide que pueda”.