Adictos a la cocaína
Texto: Claudia Gonzales Yaksic
Texto: Claudia Gonzales Yaksic
Foto: Bambi Cruz
“Nada es veneno. Todo es veneno. La diferencia está en la dosis”. PARACELSO 1493-1541. Médico y químico suizo, uno de los más reconocidos de la edad media, fue el primero en dar la idea de que ciertos venenos, a dosis moderadas, podían convertirse en medicamentos de primer orden.
CONSUMO Y ADICCIÓN
No importa que el uso de una droga sea socialmente aceptable (tabaco, alcohol, barbitúricos) o esté sujeto a gran desaprobación (crack, cocaína, marihuana), múltiples factores determinan quiénes experimentarán con la droga y sus efectos; otros factores determinan quiénes seguirán usándola en forma casual o recreativa, y otros factores más deciden quiénes pasarán del uso causal al intensivo o compulsivo.
Con esa explicación define lo que es drogadicción y abuso de drogas el doctor Jerome H. Jaffe, médico del Centro de Investigaciones sobre Adicción, Instituto Nacional de Abuso de Drogas, Administración de Salud Mental, Alcohol y Abuso de Drogas de Baltimore, Maryland, Estados Unidos.
Cuando una persona consume cocaína en dosis moderadas (50 miligramos es una dosis no dañina) experimenta a nivel psicológico y físico: euforia, aumento de la fuerza física y de la capacidad mental, ausencia de fatiga y falta de apetito.
Con estas bondades es por demás sabido, dicen las malas lenguas, que muchas ciencias han evolucionado sorprendentemente; que muchos mercenarios van a la guerra; que se tejió el mito de Hollywood y la Bolsa de Valores de Nueva York, donde muchas de sus eficientes estrellas saben muy bien qué es ser adicto a la cocaína. También con esas bondades Diego Armando Maradona llegó a ser el mejor futbolista del siglo XX.
“Mucha gente profesional la utiliza como estimulante positivo. Médicos, psicólogos, arquitectos, policías, militares, están consumiendo cocaína y no tienen problemas y los estimula a ser mejores profesionales. Freud era un consumidor empedernido de cocaína y era un genio, eso quiere decir que no todo el que consume cocaína sea adicto”, asegura Gonzalo Ichaso, presidente de Narcóticos Anónimos filial Cochabamba.
Pese a toda esa buena fama, por ser un potente estimulante del sistema nervioso central, la cocaína, ya sea inhalada, inyectada o fumada, es una droga peligrosa por su alto poder adictivo y las secuelas sociales y económicas que implica.
Medicamente, al día un gramo de cocaína se considera “ideal”, pero generalmente la tolerancia del cuerpo a la droga hace que muchos de sus cultores lleguen a consumir hasta cuatro gramos, el límite de la resistencia del cuerpo.
Estas dosis elevadas producen conducta repetitiva peculiar, alucinaciones táctiles, hormigueo, baja concentración, falta de sueño, pérdida de peso, inquietud, irritabilidad y paranoia que puede derivar en psicosis y la sobre dosis puede llevar a la muerte con convulsiones, fiebre intensa, hemorragia cerebro vascular o paro cardíaco.
“Nada es veneno. Todo es veneno. La diferencia está en la dosis”. PARACELSO 1493-1541. Médico y químico suizo, uno de los más reconocidos de la edad media, fue el primero en dar la idea de que ciertos venenos, a dosis moderadas, podían convertirse en medicamentos de primer orden.
CONSUMO Y ADICCIÓN
No importa que el uso de una droga sea socialmente aceptable (tabaco, alcohol, barbitúricos) o esté sujeto a gran desaprobación (crack, cocaína, marihuana), múltiples factores determinan quiénes experimentarán con la droga y sus efectos; otros factores determinan quiénes seguirán usándola en forma casual o recreativa, y otros factores más deciden quiénes pasarán del uso causal al intensivo o compulsivo.
Con esa explicación define lo que es drogadicción y abuso de drogas el doctor Jerome H. Jaffe, médico del Centro de Investigaciones sobre Adicción, Instituto Nacional de Abuso de Drogas, Administración de Salud Mental, Alcohol y Abuso de Drogas de Baltimore, Maryland, Estados Unidos.
Cuando una persona consume cocaína en dosis moderadas (50 miligramos es una dosis no dañina) experimenta a nivel psicológico y físico: euforia, aumento de la fuerza física y de la capacidad mental, ausencia de fatiga y falta de apetito.
Con estas bondades es por demás sabido, dicen las malas lenguas, que muchas ciencias han evolucionado sorprendentemente; que muchos mercenarios van a la guerra; que se tejió el mito de Hollywood y la Bolsa de Valores de Nueva York, donde muchas de sus eficientes estrellas saben muy bien qué es ser adicto a la cocaína. También con esas bondades Diego Armando Maradona llegó a ser el mejor futbolista del siglo XX.
“Mucha gente profesional la utiliza como estimulante positivo. Médicos, psicólogos, arquitectos, policías, militares, están consumiendo cocaína y no tienen problemas y los estimula a ser mejores profesionales. Freud era un consumidor empedernido de cocaína y era un genio, eso quiere decir que no todo el que consume cocaína sea adicto”, asegura Gonzalo Ichaso, presidente de Narcóticos Anónimos filial Cochabamba.
Pese a toda esa buena fama, por ser un potente estimulante del sistema nervioso central, la cocaína, ya sea inhalada, inyectada o fumada, es una droga peligrosa por su alto poder adictivo y las secuelas sociales y económicas que implica.
Medicamente, al día un gramo de cocaína se considera “ideal”, pero generalmente la tolerancia del cuerpo a la droga hace que muchos de sus cultores lleguen a consumir hasta cuatro gramos, el límite de la resistencia del cuerpo.
Estas dosis elevadas producen conducta repetitiva peculiar, alucinaciones táctiles, hormigueo, baja concentración, falta de sueño, pérdida de peso, inquietud, irritabilidad y paranoia que puede derivar en psicosis y la sobre dosis puede llevar a la muerte con convulsiones, fiebre intensa, hemorragia cerebro vascular o paro cardíaco.